
Cómo construir una firma de excelencia: liderar desde el apoyo, no desde el control
En el mundo profesional, especialmente en despachos de servicios, existe una paradoja que merece atención: muchas firmas de prestigio y alto rendimiento no basan sus sistemas de retribución en el desempeño individual, sino en los resultados colectivos. ¿Cómo es posible que, sin premiar directamente a cada profesional por su rendimiento, estas organizaciones logren excelencia y beneficios sostenidos?
La clave no está en el sistema de premios, sino en el sistema de dirección. Las firmas que realmente prosperan no se limitan a recompensar resultados; se comprometen con el proceso que los genera. En otras palabras, no se trata de premiar la productividad, sino de provocarla.
Liderar es acompañar, no vigilar
En muchas firmas que premian el rendimiento individual, el mensaje implícito ante un desempeño mediocre es: “No pasa nada, te puedes quedar. Simplemente te pagaremos menos.” Esta lógica, aunque aparentemente justa, es profundamente ineficaz. El profesional medio no recibe apoyo ni formación, y su mediocridad no afecta a los demás. Resultado: se toleran múltiples niveles de calidad, y la excelencia se diluye.
Por el contrario, en firmas que premian al grupo, todos comparten las consecuencias de un trabajo deficiente. Esto genera un incentivo natural para que los compañeros ayuden, formen y acompañen al profesional que necesita mejorar. El liderazgo se convierte en una responsabilidad compartida. Si alguien no mejora, no se le ignora ni se le castiga pasivamente: se le acompaña, se le forma, y si no hay evolución, se le redirige a otro entorno más adecuado.
Las herramientas del liderazgo efectivo
Para influir en la productividad, las firmas tienen dos palancas fundamentales:
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)