CARRITO

La inercia de hacer las cosas bien, concentrase y especializarse en unos servicios, nos puede llevar a convertirnos en una gran firma

Jordi Amado Guirado
Jordi Amado Guirado
03/07/2018

En estos momentos que ya estamos inmersos en el mes de julio, y en la antesala de las vacaciones, puede ser un buen momento para reflexionar sobre la evolución de las previsiones y resultados del año (¿estamos cumpliendo los objetivos?) , y también para reflexionar sobre el futuro de nuestra organización frente a un entorno cada vez mas imprevisible y cambiante. Para ello queremos compartir las reflexiones y consejos de Jim Collins, uno de los gurús más respetados, citados y leídos del mundo del management.

En la mayoría de sus publicaciones, donde expone sus conclusiones , basadas en analizar a aquellas empresas que han alcanzado un gran éxito, uno de sus consejos mas difundido es que solo acaban triunfando aquellas empresas que tienen muy claro su foco o prioridad de negocio , es decir aquellas empresas que han identificado en que son buenas y en que son diferentes, y una vez este foco está claro, todos los esfuerzos se encaminan, así como las inversiones en tecnología, hacia la consecución de los objetivos previstos. No imitan a otras empresas, no se dispersan en otras actividades o áreas de negocio, se concentran en lo que saben hacer y ahí aplican todos sus recursos y potencial. Estas empresas con el tiempo, y con los años, acaban cogiendo una inercia y un crecimiento que las hace imparables, no es cuestión de un año o un acontecimiento concreto, es fruto de ese esfuerzo continuado y concentrado de años y años. Para visionarlo y entenderlo Jim Collins utiliza el siguiente ejemplo.

“Imaginemos un disco enorme, pesado, de metal macizo y montado horizontalmente sobre un eje y con un peso de más de dos mil kilos. Imaginemos que tenemos que conseguir que el disco gire alrededor del eje lo más rápidamente posible y durante el mayor tiempo posible. Lo empujamos con un gran esfuerzo, conseguimos que avance hacia delante, moviéndose casi imperceptiblemente al principio. Seguimos empujando y, después de dos o tres horas de constante esfuerzo, conseguimos que el disco dé una vuelta completa. Seguimos empujando, y el disco empieza a moverse un poco más deprisa. Con cada vuelta que le damos va ganado más velocidad. Entonces, en un momento dado, el impulso juega a nuestro favor y lanza el disco hacia delante. Su propio peso empieza a trabajar para nosotros. Cada vuelta del disco se va sumando al trabajo realizado anteriormente, multiplicando el esfuerzo invertido. Nos resultaría muy difícil saber cuál ha sido el gran empujón que ha hecho que el disco vaya tan deprisa.

Esta imagen recoge la sensación general de lo que ocurrió en las compañías cuando dieron el salto de buenas a extraordinarias. Por drástico que fuera el resultado final, las transformaciones de estas empresas nunca se produjeron de la noche a la mañana. Nunca hubo una sola acción decisiva, ningún programa especial, ninguna innovación fascinante y ninguna resolución violenta. Las compañías que dieron el salto lo hicieron mediante un proceso acumulativo —paso a paso, acción a acción, decisión a decisión, vuelta a vuelta del disco— que ha ido sumando resultados sostenidos y espectaculares”

Jim Collins

Jim Collins pone como ejemplo a la empresa Nucor que empezó a dar vueltas al disco en 1965, al principio únicamente intentando evitar la quiebra, luego construyendo su primera fábrica porque no podía encontrar un proveedor fiable. Los trabajadores de Nucor descubrieron que tenían habilidad para hacer el mejor acero y más barato que nadie, así que construyeron dos, y luego tres fábricas más. Consiguieron clientes, luego más y más clientes: el disco ganaba impulso, vuelta a vuelta, mes a mes, año tras año. Luego, alrededor de 1975, los trabajadores de Nucor se dieron cuenta de que si seguían empujando el disco podrían convertirse en la empresa acerera más rentable y número uno del mundo.

“Si dejamos que el disco haga su trabajo no necesitamos comunicar fervientemente nuestros objetivos. La gente lo puede deducir por sí misma a partir del impulso del disco: “Si seguimos haciendo esto, ¡mirad adónde podemos llegar!”. Cuando la gente decide por sí misma convertir el potencial en resultados, el objetivo se consigue prácticamente solo”

Jim Collins

Aunque es un ejemplo ajeno a nuestro sector, considero que es una muy buena reflexión, para meditar y trabajar con ella. El poner foco y perseverar en unas habilidades o especialidad, en apostar por la tecnología y la diferencia, sin lugar a dudas puede ser una estrategia que con el tiempo nos pueden convertir en una gran firma.

(*) Estas notas están basadas en el artículo de la news “Ideas y consejos de valor para directivos” (junio) publicado en Conocimiento Directivo

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Jordi Amado Guirado

Socio fundador y director de Amado Consultores. Licenciado en Económicas por la Universidad de Barcelona (UB). Economista miembro del Colegio de Economistas de Cataluña y del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF). Lleva más de 25 años asesorando y colaborando con despachos profesionales (asesorías y firmas de abogados) y con empresas vinculadas al sector profesional (Mutuas, Compañías de Software, Editoriales, Entidades financieras, Colegios y Asociaciones profesionales). Ha escrito y publicado numerosas obras y artículos sobre gestión y dirección de despachos, en total más de 15 obras y más de 150 artículos en prensa y revistas del sector.

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