En un despacho profesional, donde el trabajo depende en gran medida de la calidad humana y técnica de las personas, saber aprovechar las cualidades fundamentales de cada empleado no es un lujo: es una necesidad.
Según un estudio de Gallup sobre comportamiento humano y fortalezas, los empleados que pueden utilizar sus fortalezas cada día en su trabajo son seis veces más propensos a estar comprometidos y a aportar mejores resultados. En cambio, cuando sus cualidades se ignoran o incluso se desincentivan, el rendimiento y la motivación se deterioran. Y aquí es donde entra en juego un elemento clave: la figura del gerente o socio responsable del equipo.
1. ¿Qué son las cualidades fundamentales?
Las cualidades fundamentales son aquellas fortalezas naturales que cada persona posee: pueden ser la empatía, la organización, la capacidad de análisis, la proactividad, la creatividad, la escucha activa... Cuando un profesional tiene oportunidad de usarlas, brilla con más facilidad, se siente útil y crece.
Sin embargo, no siempre somos plenamente conscientes de nuestras fortalezas, y muchas veces las damos por sentadas. Por eso, herramientas como el test CliftonStrengths de Gallup o simplemente conversaciones significativas en el equipo pueden ayudar a identificar y activar esas cualidades dormidas.
2. De la fortaleza al equilibrio: introduciendo el Cuadrante Central
Para lograr que esas cualidades sean verdaderamente útiles en el entorno de un despacho profesional, conviene entender también los límites naturales de cada fortaleza. Aquí resulta muy útil la Teoría del Cuadrante Central de Daniel Ofman, que nos ayuda a ordenar y comprender estas dinámicas.
El modelo se compone de cuatro elementos:
- Cualidad central: lo mejor de ti. Por ejemplo, ser muy resolutivo.
- Trampa: cuando tu cualidad se va al extremo. La resolución se convierte en impulsividad.
- Desafío: el rasgo opuesto positivo que te equilibra. En este caso, sería la reflexión o la paciencia.
- Alergia: aquello que te molesta en los demás por ser lo contrario a tu fortaleza. Alguien muy resolutivo puede tener alergia a la pasividad o a la duda constante.
Aplicado al día a día de un despacho: una persona muy perfeccionista puede ser clave en el control de calidad de informes, pero si cae en la trampa de su cualidad, puede volverse obsesiva o inflexible. Su desafío será aprender a soltar o delegar. Y su alergia quizás sea la superficialidad, que le molesta más de la cuenta en otros compañeros.
3. ¿Cómo aplicar esto en el despacho?

Identificar las cualidades
Organiza sesiones de equipo o reuniones individuales para hablar abiertamente sobre qué fortalezas siente cada persona que tiene, y cómo puede aplicarlas mejor.
Incorporarlas en los proyectos
Distribuye tareas no solo por rol, sino por fortaleza. Quizás alguien con gran empatía puede mejorar la atención al cliente, mientras otro con talento organizativo mejora los flujos internos.
Fomentar el equilibrio
Ayuda a cada persona a reconocer su "trampa" y su "alergia", para que puedan crecer sin caer en extremos ni generar conflictos.
Convertirlo en parte de la cultura
Introduce estos conceptos en las evaluaciones de desempeño y objetivos individuales. No se trata de cambiar a las personas, sino de permitir que trabajen desde lo mejor de sí mismas.
En resumen
Un despacho profesional que permite a sus empleados ser más ellos mismos, desde sus fortalezas, no solo gana en rendimiento, también en compromiso, motivación y estabilidad del equipo. Y si además lo hace desde un enfoque consciente, como el del modelo de Ofman, logrará que esas fortalezas no se vuelvan en contra, ni a nivel individual ni en la relación con los demás.
Conocer, desarrollar y equilibrar las cualidades de tu equipo es una de las decisiones más inteligentes que puedes tomar para el crecimiento sostenible del despacho.
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)
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