Las profesiones han ocupado históricamente un lugar singular en el mundo del trabajo. Aunque comparten con otras actividades económicas la necesidad de organización, eficiencia y resultados, presentan características que las hacen difíciles de gobernar bajo los mismos parámetros que las empresas tradicionales. La tensión entre autonomía individual y gobierno colectivo es una constante que explica buena parte de sus dinámicas internas.
Autonomía como rasgo esencial
Quienes eligen una carrera profesional suelen hacerlo movidos por la búsqueda de independencia intelectual y libertad en la práctica de su oficio. El trabajo no es rutinario ni rígidamente estructurado, lo que atrae a personas con una marcada aversión a ser dirigidas. Esta necesidad de autonomía se traduce en una cultura donde las jerarquías formales son débiles y donde la participación en la toma de decisiones se convierte en un símbolo de estatus y reconocimiento.
La dificultad de la gobernanza
La dirección de una firma profesional rara vez es sencilla. No se trata únicamente de la capacidad del gerente, sino de la disposición de los socios a aceptar que alguien actúe en nombre de todos. La resistencia a ceder poder genera estructuras de gobierno frágiles, donde las decisiones se negocian más como un derecho a opinar que como un mecanismo para ejecutar acciones. De ahí que muchas firmas se perciban como “difíciles de manejar”: la independencia de sus miembros es tanto una fortaleza como un obstáculo.
El papel del experto
Otra característica que distingue a las profesiones es la función cotidiana de sus miembros como expertos. Los clientes buscan confianza y seguridad, y los profesionales deben proyectar autoridad y conocimiento. Este aire de maestría, necesario para el ejercicio, se traslada a la vida interna de las firmas: cada socio cree tener la capacidad de opinar sobre cualquier asunto y considera imprescindible su participación en las decisiones. El resultado es una organización donde abundan las voces y escasea la disciplina jerárquica.
Democracia profesional y sus límites
Durante décadas, las profesiones prosperaron en un entorno estable y abundante, lo que permitió mantener modelos de gobierno más democráticos y participativos. Sin embargo, en contextos de mayor presión —ya sea normativa, tecnológica o competitiva—, la necesidad de estructuras más centralizadas se hace evidente. La transición hacia modelos de gestión más firmes resulta difícil porque choca con la cultura de autonomía y con la identidad misma de quienes integran las profesiones.
Reflexión final
Lo que hace diferentes a las profesiones no es solo la naturaleza del trabajo que realizan, sino el perfil psicológico y cultural de quienes las ejercen. Autonomía, estatus, necesidad de reconocimiento y confianza en la propia capacidad son rasgos que definen a los profesionales y que, al mismo tiempo, complican la gobernanza de sus organizaciones. Comprender estas particularidades es esencial para diseñar sistemas de dirección que respeten la esencia de la profesión sin renunciar a la eficacia colectiva y empresarial.
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)
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